• HOME
  • PHOTOGRAPHY
    • ART GALLERY
    • PROJECTS
    • ARCHITECTURE
  • CURATORIAL
  • TheArtChat
  • NEWS
  • BIO
  • CV
  • CONTACT
4500m-01
4500m-02
4500m-03
4500m-04
4500m-05

work in process

4500 m

Hace casi cincuenta años, un sábado 30 de septiembre de 1967, Robert Smithson llevó a cabo
un paseo por una zona situada a unos quince kilómetros de Manhattan, en uno de los suburbios
de Nueva Jersey conocido como Passaic, de donde él era originario. Unos meses más tarde salió publicado un artículo en la revista Artforum con el título A Tour of The Monuments of Passaic, relatando esa experiencia junto a fotografías y un pequeño plano que localizaba la acción. Esto supuso una transformación en la idea de monumento y de ruina que hasta entonces se había tenido en la Historia del Arte.

Smithson revoluciona el hecho de pasear, mirar, fotografiar o escribir, haciendo de ello una acción artística. Lo artístico en este momento es la propia acción efímera que se lleva a cabo esa mañana. Fotografía ciertos elementos que a priori pasaban desapercibidos, descontextualizando su imagen y otorgándoles el carácter de monumento, lo que supondría una revolución dentro del mundo del arte: monumento puente, monumento fuente o monumento cajón de arena entre otros. Un monumento es el resultado de ponerle memoria a una acción. La memoria es lo que recordamos; hacernos próximo algo que ya ha pasado. Smithson con sus fotografías nos muestra unos instantes detenidos de un espacio que calificaría como panorama cero; un escenario que parecía contener una especie de ruinas en reversa, es decir, un lugar caído en ruina antes de serlo.

Aproximándonos a esta idea de el andar como práctica artística, muchos han sido los personajes que se han apropiado de esta acción como modo de expresión, así como instrumento para conocer las transformaciones del territorio, volviendo a las eras prehistóricas de los movimientos nómadas como manera de explorar y experimentar nuevos espacios. No obstante, a lo largo de todo el siglo XX ya

se venía intentando introducir esta práctica como acción artística, hecho que revolucionaría el mundo del arte, sobre todo en la primera mitad de siglo: el concepto de flaneire desde finales de siglo XIX que retoma Walter Benjamin en los años veinte; en 1921 los Dadaístas con la Grande Saison Dada en París; en 1956 Guy Debord con su Dérive; en 1961 Stanley Brown con This Way Brown; en 1966 Tony Smith realiza un viaje por una de las autopistas de la periferia de Nueva York; en 1968, Slow Angle Walk de Bruce Nauman; en 1969 una película en Nueva York de Yoko Ono y la obra que lleva por título Following de Vito Acconci; en 1972, Walking a Line in Peru de Richard Long; en la segunda mitad de los años setenta los Free Flux-Tours por Nueva York del Grupo Fluxus; en 1979 la película Stalker del director Andrei Tarkovski; en los años ochenta la artista Sophie Calle tras su retorno a París, hace uso de la ciudad como escenario para perderse en ella tras las huellas de los transeuntes que discurren por las calles de esta. Recientemente en su libro Walkscapes, El Andar como práctica estética, Francesco Careri hace especial atención a esta idea.

En cuanto a la idea de prestar especial atención a un elemento que a priori pasa desapercibido y otorgarle, de este modo, un interés particular, encontramos el ejemplo de George Perec, uno de
los máximos referentes en este asunto. Pocos años más tarde del paseo que realiza Smithson por Passaic, Perec se instala durante tres días seguidos en la plaza Saint-Sulpice de Paris anotando todo aquello que veía en ella por muy insignificante que pudiera parecer: acontecimientos cotidianos, gente, vehículos, el paso del tiempo. Su mirada recogió de esta manera los mil pequeños detalles imperceptibles que componen la vida de una ciudad elevando su significado y su razón de ser:

“Lo que ocurre cuando no ocurre nada, solo el paso del tiempo, de la gente, de los coches y de las nubes”.

Smithson, con su instamatic al cuello, trata de transformar la idea de monumento y de ruina a través del relato de un viaje, su propio viaje. Como apunta Agustín Fernández Mallo en su libro El Hacedor(de Borges), Remake: “la lógica del viaje es perseverar en paisajes indeterminados, no dejarse llevar
por una idea sino construir una idea, su propia idea”. Federico Soriano en su libro Un viaje con las miradas, completa esta idea añadiendo: “un viaje es el relato verdadero de un lugar inexistente”.

La cámara tiene por escenario una realidad y las fotografías son una interpretación, por parte del fotógrafo, de esa realidad. Una fotografía no es simplemente el mero resultado del encuentro entre un acontecimiento y un fotógrafo, sino que hacer fotografías es un acontecimiento en si mismo: la fotografía se piensa, se estudia y refleja como resultado la mirada del fotógrafo.

© Ana Matos
Use arrows for navigation